ESPAÑA: ALCOHOL EN MENORES
El alcohol es la droga más consumida por los estudiantes españoles de entre 14 y 18 años
(Samuel Suárez Suárez, José Manuel Pérez García)
El alcohol es una sustancia profundamente arraigada en nuestros hábitos culturales y tiene un peso significativo en la economía de la mayoría de los países occidentales, lo que le otorga un estatus legal y una percepción social mucho más favorable que la que reciben otras drogas.
Así, a pesar de ser el principal factor de riesgo de muerte prematura y discapacidad en personas de 15 a 49 años, y de que mitos como "una copa de vino al día es buena para la salud" han sido desmentidos, los adolescentes siguen percibiéndolo como la droga más segura. Una percepción claramente reforzada por su papel central en múltiples tradiciones y celebraciones vinculadas al éxito social.
LOS ADOLESCENTES SIGUEN CONSIDERANDO QUE EL ALCOHOL ES LA DROGA MÁS SEGURA Quizás por eso el alcohol es la droga más consumida por los estudiantes españoles de entre 14 y 18 años. Tres de cada 4 individuos de este grupo de edad han bebido en el último año, una cifra que alcanza el 86,5% entre los estudiantes de 18 años. Aún más alarmantes son la temprana edad del primer atracón (14,5 años) y las altas tasas de consumo excesivo de alcohol, algo que el 28,2% de los adolescentes afirma haber hecho en los últimos 30 días. Cuando hablamos de consumo intensivo de alcohol, nos referimos al consumo de grandes cantidades (5 bebidas o más) en un corto período de tiempo (2-3 horas), una característica clásica de las fiestas de copas al aire libre y las festividades de verano. 
Cuando el hígado se satura La mayoría de nosotros estamos familiarizados con algunas de las consecuencias negativas del alcohol, como peleas, comportamientos sexuales riesgosos o accidentes de tráfico. Sin embargo, es menos común considerar cómo algunos atracones pueden afectar al cerebro, especialmente cuando aún se está desarrollando.Para ello, debemos valorar brevemente dos aspectos clave: cómo se metaboliza el alcohol y qué ocurre en el cerebro durante la adolescencia.
El metabolismo depende principalmente de la acción del hígado, que procesa la bebida después de ser absorbida por el tracto digestivo. De esta manera, el alcohol es descompuesto por varias enzimas, transformándose en sustancias menos tóxicas que el cuerpo puede eliminar. Cuando no se metaboliza en su totalidad, llega al cerebro, alterando el delicado equilibrio de los neurotransmisores que regulan su función. Podemos imaginar el hígado como una esponja que absorbe el alcohol. Sin embargo, cuando se satura, pierde esa capacidad de absorción -y eliminación-, lo que provoca los efectos clásicos de la embriaguez en el cerebro: desinhibición, euforia, falta de coordinación, etc.
Cerebros especialmente vulnerables Desafortunadamente, las bebidas alcohólicas no solo alteran temporalmente el funcionamiento de nuestro cerebro, sino que también tienen efectos duraderos en diferentes aspectos del sistema nervioso y pueden afectar el sistema inmunológico, desencadenando procesos inflamatorios que contribuyen al daño cerebral.En este sentido, es importante destacar que durante su desarrollo -hasta los 25-30 años- el cerebro es más vulnerable a los efectos de las drogas. Durante este período, el alcohol es particularmente dañino, ya que puede interferir con dos fenómenos clave del neurodesarrollo: la mielinización, el proceso por el cual las neuronas cubren sus axones con mielina para mejorar la transmisión de señales, y la poda sináptica, que elimina las conexiones neuronales innecesarias para optimizar la función cerebral.
Además, estos cambios no se producen de forma lineal, sino que conducen a una maduración más temprana de las áreas cerebrales responsables del procesamiento de la recompensa (por ejemplo, el cuerpo estriado ventral) en comparación con las áreas encargadas de la toma de decisiones y la planificación a largo plazo, como la corteza prefrontal. Este desajuste en las tasas de maduración del sistema de recompensa y los sistemas de control de impulsos y toma de decisiones podría explicar por qué los adolescentes son más propensos a participar en conductas de riesgo. Evaluación de daños Los estudios de neuroimagen han demostrado que los cerebros de los jóvenes con un consumo excesivo de alcohol son estructural y funcionalmente diferentes.Uno de los hallazgos estructurales más notables es la disminución de la integridad de la materia blanca, un componente crucial del sistema nervioso para la transmisión eficiente de la información.
CUANTO ANTES SE EMPIECE A BEBER, MAYOR SERÁ EL RIESGO DE DESARROLLAR ESTAS AFECCIONES También se han identificado alteraciones en la materia gris, con aumentos o disminuciones en áreas como el cuerpo estriado ventral, la corteza cingulada anterior y la circunvolución frontal media, todas ellas cruciales para el procesamiento de la recompensa, el seguimiento de estímulos relevantes y la memoria de trabajo.En el capítulo de conectividad funcional, el consumo excesivo de alcohol se asocia a anomalías en la configuración de redes como la de prominencia o frontoparietal, que dirigen la atención de forma adecuada y regulan nuestro comportamiento para alcanzar objetivos, tanto a corto como a largo plazo.
Además, los estudios de neuroimagen muestran una activación excesiva en las estructuras cerebrales implicadas en el control de los impulsos, la toma de decisiones o el procesamiento de estímulos relacionados con el alcohol.
Por último, hay que subrayar la relación entre la edad de inicio del consumo de alcohol y problemas posteriores como los trastornos por abuso de sustancias, la demencia de inicio precoz o las enfermedades cardíacas.Los datos son claros: cuanto antes se empieza a beber, mayor es el riesgo de desarrollar estas patologías.
Todo esto pone de manifiesto que no existe una dosis saludable de alcohol o atracones inofensivos, lo que nos obliga a prestar especial atención al consumo de alcohol por parte de los adolescentes.
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