LA MAGIA DEL AULA
Y un día volvimos a llevar concientización en prevención y ciudadanía a las aulas en
forma presencial.
La experiencia durante la pandemia nos enfrentó al desafío de llegar a las escuelas y
universidad vía streaming, incluso llevando por momentos a cabo ambas
modalidades.
Indudablemente la tecnología ha colaborado y lo seguirá haciendo para diversas
capacitaciones, participación en foros y útiles conversatorios.
Sin embargo, el aula tiene una vibración distinta: la voz, la mirada, la gestualidad en
vivo del que habla, del que pregunta o debate, nos enriquece instantáneamente.
La seguridad vial y el consumo de alcohol son temáticas con nuevas connotaciones en
esta etapa de postpandemia.
Conductas agresivas y/o despectivas hacia el otro en la vía pública tanto de peatones
como de conductores, han aflorado las carencias que tiene la sociedad desde antes de
la pandemia del Coronavirus.
Carencias en el respeto a las normas viales, en educación cívica y vial, en controles y
en sanciones.
Proyectos de incrementar las penalidades a quienes conducen en forma
temeraria produciendo hechos viales que provocan muertes y lesiones de diversa
magnitud quedan por años en stand by sin siquiera debatirlos. La casi nula prevención de consumo de sustancias tóxicas, sin campañas públicas
permanentes, restricciones de publicidades de bebidas alcohólicas en el deporte,
promociones de oferta de alcohol en diversos horarios y simultáneamente, sin
educación a las familias, proyectos legislativos que “duermen” en cajones y perdiendo
los tiempos parlamentarios de tratamiento (ej.: etiquetado de bebidas alcohólicas con
información útil; instaurar un registro de bocas de expendio; severas sanciones a
quienes expenden o facilitan el consumo de alcohol a menores; etc.).
Sin embargo, la medicina avanza en evidencia científica y queda expuesta la
necesidad de tomar su información con la responsabilidad del caso y actuar en
consecuencia, pero tanto las familias como quienes están en los cargos públicos no
han demostrado hasta el momento estar a la altura de las circunstancias.
Mientras
tanto las generaciones atraviesan procesos donde la orfandad a la que lo expone el
mundo adulto, lo deja desprotegido aumentando los riesgos y exacerbando las
vulnerabilidades de la corta edad.
Las futuras generaciones siempre dependen de nuestro compromiso adulto.
La ciudadanía tal vez esté estancada en una etapa de “estado confortable” y eso la
vuelve inmadura.
Mucho por hacer desde hace muchos años.
Ojalá nuestro pequeño aporte siembre semillas de concientización y quienes nos
continúen siembren mucho más aún.
Hoy estamos felices, ¡volvimos a las aulas!