Las bebidas energizantes (también consideradas estimulantes),
representan una seria amenaza para la salud pública según lo indica la Organización
Mundial de la Salud; aseverando además, que más del 70 % de personas de 18 a 29 años de edad que las beben las
mezclan con alcohol.
Estas bebidas se presentan en envases de 250 cm3 y se las
ingiere a muy baja temperatura para disimular su sabor dulce.
Se las considera excitantes cerebrales ya que aumentan la
secreción de la serotonina o anulan a sus receptores ocultando el
cansancio.
En general se las utiliza para impedir el sueño, por ello
son ingeridas por conductores en viajes largos.
Asimismo, se ha convertido en un riesgo para los jóvenes ya
que las mezclan con alcohol; siendo éste un depresor del sistema nervioso
central, la bebida energizante por otro lado lo estimula debido a los efectos
de la combinación de la taurina, cafeína (3 a 4 veces más cantidad que
las que contiene las bebidas colas) y gluconorolactona.
En los espacios de diversión nocturna donde el paso del
tiempo se desdibuja, el riesgo de consumir ambas bebidas en forma continua
puede llevar a una deshidratación. Asimismo,
la intoxicación que se produce pone en riesgo de vida al consumidor ya que
afecta su sistema cardiovascular, pudiendo producir infartos y muerte súbita.
Las indeseadas consecuencias también abarcan siniestros
viales, embarazos no deseados y hechos de violencia.
En Argentina han sido clasificados como suplementos dietarios
por la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica).
Los expertos recomiendan que se considere la creación de
políticas de estado que regulen la comercialización de estos productos,
restringiendo la venta a los niños y adolescentes considerando los efectos
adversos que estas bebidas pueden causar en ellos. Asimismo se desaconseja su
uso a las embarazadas.