LA VELOCIDAD EN LA CONDUCCIÓN
Durante el siglo XX la velocidad apareció como un modo de eficacia para el mejor aprovechamiento del tiempo. Hoy en día la velocidad es la amenaza de muchas vidas, cuando de trasladarse en automotor se trata.
La velocidad por sí sola no es la causa de siniestros viales, sino que actúa como agravante de las consecuencias de todo siniestro en la vía pública.
Generalmente la velocidad va asociada a alteraciones -perceptibles o no- en el comportamiento humano tales como la fatiga, la somnolencia, la ingesta de alcohol, el consumo de drogas y medicamentos, los desórdenes psíquicos, las actitudes temerarias, la inobservancia de las normas, etc. La velocidad combinada con algunos de estos elementos se constituye en una fórmula letal.
El exceso de velocidad, por encima de los límites fijados, de por si, constituye un tema de riesgo. Más de la mitad de los siniestros por exceso de velocidad se producen en las curvas. Conducir demasiado rápido en una curva triplica la posibilidad de sufrir un incidente.
A medida que aumenta la velocidad, el campo de visión del conductor se reduce. Circular entre 130 y 150 km/h brinda un campo de visión de apenas 30°. Es lo que se conoce como "efecto túnel", el cual impide que se pueda advertir una situación de peligro al costado del camino.
Conducir a la velocidad máxima permitida no da de por si una garantía absoluta de seguridad, por eso siempre es necesario mantener una actitud preventiva y atenta a las condiciones del tránsito imperantes.
- Porque agrava las consecuencias del siniestro vial
- Porque implica mayor consumo de combustible y por consiguiente a una mayor contaminación ambiental
- Porque se potencian las fallas humanas
- Porque brinda un menor campo visual
- Porque ofrece menos exactitud en la realización de maniobras evasivas.
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